sábado, 23 de octubre de 2010

Tlatelolcas

Treinta años después


La lucha vecinal ejercida por los tlatelolcas a partir de 1973 representó tal vez el primer triunfo popular sobre el Partido Revolucionario Institucional. Este éxito fue la punta de lanza tomada posteriormente por los ciudadanos luego del trágico sismo del 19 de septiembre de 1985, pues resulta evidente que la Coordinadora Única de Damnificados no se hubiera constituido con tal prontitud de no haber habido un empuje previo. Una organización eficaz espontánea es prácticamente imposible.

El terremoto, y la consiguiente movilización ciudadana, desató la ambición de elementos que no habiéndose distinguido antes ni por sus ideas ni por su activismo, aprovecharon la diáspora tlatelolca tras el sismo para incrustarse en las nuevas agrupaciones, presentándose como líderes democráticos y honestos. Por lo mismo, resultaba inconveniente para ellos que se conocieran los antecedentes solidarios de la comunidad tlatelolca.

Como participante activo de tal esfuerzo social, puedo asegurar que esta historia se eslabonó con el movimiento estudiantil de 1968 por su estrategia de concientización, por su honestidad, y destacadamente, por la conquista del autogobierno.

El testimonio de aquella lid de los años setentas, vertido con el nombre de Movimiento Vecinal en Tlatelolco* Una experiencia urbana, fue totalmente ocultado pese a su relevancia. No convenía a los oportunistas divulgarlo por razones obvias; no importaba la superación de los demás, sino explotar el desconcierto para disfrazarse de revolucionarios.

El Partido de la Revolución Democrática alcanzó el poder en el Distrito Federal al principio de los años noventas, y los funcionarios designados para controlar esta zona, lejos de intensificar la solidaridad vecinal y elevar las condiciones económicas de sus habitantes, forzaron la condominización de Tlatelolco a la cual nos opusimos por más de una década. Tal acción perjudicó a 10 000 familias del multifamiliar, que actualmente no cuentan con grupos independientes que las defiendan como antaño, con lugares públicos dónde manifestar sus inconformidades, que carecen de seguro contra catástrofes, que no disfrutan de actividades culturales y de zonas de esparcimiento tranquilas y limpias, y por supuesto, que no tienen ingerencia alguna para administrar Tlatelolco o proponer un uso racional de su presupuesto.

Los líderes —fingidamente de izquierda— que desde entonces controlan este conjunto urbano, permitieron la privatización de la red de gas, que por más de dos décadas surtió de este energético a —relativamente— bajo costo. Ahora, una empresa extranjera impone precios e inspecciones de seguridad fuera de los departamentos, no como antaño, que éstas incluían las viviendas en el costo del producto. Puestos callejeros invaden zonas internas de Tlatelolco, publicidad partidista y comercial difundida mediante bocinas altisonantes agreden con frecuencia a sus moradores. El museo de sitio con el cual soñamos desde siempre, continúa siendo una ilusión. En suma, el retroceso ha sido constante en todos los sentidos.

Al incorporar este material en Internet para uso general, pretendo desencriptar un episodio paradigmático y ponerlo al servicio de sociólogos, urbanistas, historiadores, colonos, y ciudadanos que pretendan mejorar su entorno habitacional y cultural.

Max Mendizábal.



• Movimiento Vecinal en Tlatelolco obtuvo en 1983 Mención Honorífica en el concurso Testimonio, del Instituto Nacional de Bellas Artes.



No hay comentarios: