miércoles, 31 de agosto de 2011

Segundo Imperio



ANALES DEL SEGUNDO IMPERIO




1863



Agustín Rivera





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Junio 1° en la mañana.



Pronunciamiento del general Bruno Aguilar en pro de la intervención francesa. En la casa de correos se extendió una acta, cuyo artículo principal era el siguiente:



Los que suscribimos hemos convenido:



Primero, en aceptar gustosos y agradecidamente la intervención generosa que al pueblo mexicano ofrece el emperador de los franceses, y en consecuencia nos ponemos directamente bajo la protección del general Forey, en jefe del ejército franco-mexicano, como representante del emperador de Francia.



Dicha acta fue firmada por poco más de 3,000 personas de la clase alta, de la media y de la baja. Los pronunciados nombraron al general José Mariano Salas (que era ya muy anciano), jefe político y militar, para que guardase el orden de la ciudad mientras llegaban los franceses, y una comisión de dichos pronunciados fue a Puebla y entregó la misma acta a Forey, quien los recibió y la leyó con grande benevolencia. Dice Zamacois:



Con el abandono de la capital por don Benito Juárez, todo volvió a tomar en ella el aspecto y el orden que tenía antes de las Leyes de Reforma: los sacerdotes se presentaron, desde el instante mismo, vestidos con sus trajes eclesiásticos ... las monjas volvieron a sus conventos desde el segundo día, 2 de junio ... las iglesias cerradas volvieron a abrirse al culto católico ... y al salir en la noche del 4 de junio el sagrado viático públicamente ... la gente se le iba uniendo a su tránsito, saliendo de las casas con velas de cera para acompañarle; las mulas que llevaban el coche fueron desuncidas por los que aún querían dar pruebas más patentes de su religiosidad, y el carruaje fue arrastrado por hombres de clase bien educada, siendo poco después inmenso el número de señoras y caballeros, así como de todas las clases de la sociedad, que con vela en mano acompañaban al Divinísimo.







Junio 7.



Entrada. solemne de González Ortega, Llave y Patoni en Pachuca. Dice Zamacois:



Al entrar en la población, los barreteros de las minas, quitando las mulas del carruaje, tiraron de éste dando entusiastas vivas al defensor de Puebla.







Junio 7.



Entrada solemne de Bazaine en la capital de México a la cabeza de la vanguardia del ejército francés.







Junio 8.



Proclama de Forey en la hacienda de Buenavista al ejército francés, en la que dijo:



Nuestras águilas victoriosas van a entrar en la capital del antiguo imperio de Moctezuma y Guatimotzin; pero en vez de destruir como Hernán Cortés, váis a edificar; en lugar de reducir a un pueblo a la esclavitud, váis a libertarle. No venís del mundo antiguo atraídos por el cebo del oro para subyugar a este pueblo inofensivo.



Frases que escuecen a Zamacois (1).







Junio 10.



Entrada solemne del ejército franco-mexicano en la capital de México. Delante de todos iba Leonardo Márquez (y a sus lados los generales Miguel Andrade y Agustín Zires), a la cabeza de su división, y seguía todo el ejército francés, a cuya cabeza iba Forey, a su lado derecho Almonte y a su lado izquierdo Saligny. Estos tres fueron recibidos bajo palio en el atrio de la catedral por el cabildo metropolitano, introducidos y sentados bajo dosel, a lo cual siguió el Te-Deum. De allí se fue Forey con sus acompañantes al palacio nacional (2).







Junio 11.



Octava de Corpus. Procesión solemne del Corpus, la primera procesión religiosa pública que había después de muchos años. Detrás del canónigo que llevaba el Santísimo Sacramento iba Forey (que no creía en el Santísimo Sacramento), a su lado izquierdo iba Saligny (que tampoco creía en el Santísimo Sacramento), y a su lado derecho iba Almonte (que creía en la mitad del Santísimo Sacramento) (3). Obedeciéndose a una antigua costumbre (respecto de la bandera mexicana), al pasar la procesión frente al cuartel francés, se colocó un tapete en medio de la calle y sobre él la bandera nacional mexicana y la bandera nacional de Francia, enlazadas, y el canónigo que portaba el Santísimo Sacramento pasó sobre ellas. Hace pocos días que un anciano laguense amigo mío, que vivió muchos años en México y ahora vive en Lagos, me ha referido que él fue testigo ocular de aquel acto; que los franceses no pusieron reparo en que el canónigo pisase la bandera de México; pero que como ellos no entendían de significaciones místicas, ni habían visto nunca semejante cosa, cuando un oficial francés vio al canónigo andar sobre la bandera de su patria, dijo en voz alta y con grande disgusto:



¡Oh, Dios mío! ¡Para esto nos ha enviado el emperador Napoleón a México, para ver la bandera francesa hollada por los viles pies (las patas) de un viejo!



Y que otro francés con quien andaba el narrador y que hasta la fecha es amigo suyo, dijo otras palabras semejantes, también levantando la voz y con el mismo enojo (4).







Junio 12.



Manifiesto de Forey a la nación mexicana. Dice Zamacois:



Al hablar de la propiedad, manifestaba que los propietarios de los bienes nacionales que hubiesen sido adquiridos regularmente y conforme a la ley (de Juárez), no serían de ninguna manera inquietados y quedarían en posesión de sus bienes, siendo únicamente las ventas fraudulentas las que serían objeto de revisión; y al decir que la religión católica sería protegida y los obispos serían puestos de nuevo en sus diócesis, agregaba: creo poder añadir que el emperador vería con placer, si fuera posible al gobierno, proclamar la libertad de cultos. Tercer anuncio de que no se derogarían las principales Leyes de Reforma, a pesar de que el anhelo por la derogación de dichas leyes era la causa prinoipal por que el clero y todos los conservadores sinceramente piadosos habían deseado y abrazaban la intervención francesa y el Imperio.



El mismo día Forey nombró al abogado Manuel García Aguirre, prefecto político de la ciudad.







Junio 13.



Forey nombró prefecto municipal al abogado Miguel María Azcárate (hijo del abogado Juan Francisco Azcárate, célebre miembro del Ayuntamiento de México en 1808).







Junio 13.



Juárez organizó su Ministerio en San Luis Potosí, de la manera siguiente:



Relaciones: Juan Antonio de la Fuente.

Justicia: Sebastián Lerdo de Tejada.

Hacienda: José María Iglesias.

Guerra: Comonfort.







Junio 13.



Apertura del Congreso en San Luis Potosí. Los diputados más notables eran Francisco Zarco (presidente), Guillermo Prieto, Ponciano Arriaga, Manuel María Zamacona, Joaquín Alcalde, Garza Melo, Díaz Covarrubias, Francisco de P. Gochicoa, Ignacio Pombo, y Rafael Dondé (5).







Junio 14.



Asesinato del general Ignacio de la Llave. Habiendo salido este día de Guanajuato, González Ortega, Llave y Patoni; a caballo, con una escolta de 12 hombres que le dio Doblado, cerca de la hacienda de la Quemada, González Ortega entregó a Llave 500 onzas de oro que había sacado de Puebla, para que le ayudase a llevarlas, y al entregárselas, algunas onzas cayeron al suelo a la vista de los soldados. Estos formaron un complot y a poco rato, caminando Llave detrás de sus compañeros y a alguna distancia de ellos, algunos soldados dispararon sobre él sus rifles; corrieron para matar a González Ortega y Patoni; Llave, gritando, les avisó del peligro; así por los tiros como por el grito ellos corrieron, y se salvaron a uña de caballo; Llave, luego que gritó cayó al suelo sin sentido, y los soldados se apoderaron de las onzas y huyeron. Llave fue conducido en camilla al Jaral, en donde a pesar del esmero de los médicos mandados por Juárez, murió a los dos días. Su cadáver fue conducido a San Luis Potosí, en donde se le hicieron solemnes exequias, a las que asistió Juárez.







Junio 16.



Decreto de Forey mandando que se celebrase una junta de 35 individuos (que nombró Saligny), y declarando:



1° Que esta junta tendría dos atribuciones: la de nombrar tres individuos que formarían una Regencia, la cual desempeñaría el Poder Ejecutivo, y la de nombrar 215 mexicanos que formarían una Asamblea de Notables;



2° Que esta Asamblea tendría una atribución primaria y otra secundaria: que la primaria sería declarar la forma de gobierno de México; y la secundaria, tratar de las cuestiones que le encargase la Regencia.







Junio 16.



Establecimiento de las cortes marciales por Forey.







Junio, mediados.



Ocupación de Pachuca y Tulancingo por el general francés Aymard.







Junio, mediados.



Proyecto de un periódico español, intitulado La España, que no fue permitido por Saligny (6).







Junio 20.



El general Pedro Ogazón dejó de ser gobernador de Jalisco, y comenzó a serlo el general José María Arteaga.







Junio 21.



Instalación de la Junta de los 35. Los más notables fueron los siguientes:



Ignacio Aguilar y Marocho.

Francisco Javier Miranda.

Teodosio Lares.

José Ignacio Pavón, presidente de la Suprema Corte de Justicia.

Manuel Díez de Bonilla, antiguo ministro de Santa-Anna.

Basilio José Arrillaga, provincial de la Compañía de Jesús (7).

Joaquín Velázquez de León.

Adrián Woll.

General Santiago Blanco.

Abogado Teófilo Marín.

Alejandro Arango y Escandón.

Abogado Mariano Domínguez, hijo del Corregidor de Querétaro en 1810.

José María de Jesús Díez de Sollano, cura del Sagrario de la metropolitana y poco después obispo de León.

José María Andrade.

Juan Hierro Maldonado, ex ministro de Miramón.

Los abogados guadalajarenses Cipriano del Castillo (ex ministro de Santa Anna), Ignacio Sepúlveda, antiguo gobernador del Estado de San Luis Potosí, y Urbano Tovar, ex ministro de Miramón y tío carnal del coronel Remigio Tovar (8).







Junio 25.



Instalación de la Regencia, compuesta por tres regentes propietarios, que fueron Almonte, el señor arzobispo Labastida y el general José Mariano Salas, y dos suplentes, que fueron don Juan B. Ormaechea, obispo electo de Tulancingo, y el mencionado José Ignacio Pavón. Comenzaron luego a funcionar Almonte, Salas y el señor Ormaechea, en lugar del señor Labastida, que estaba para venir de Europa.







Junio 27.



La Regencia nombró sus secretarios.



Relaciones: José Miguel Arroyo.

Justicia, Negocios Eclesiásticos e Instrucción Pública, abogado Felipe Raygosa.

Gobernación: José Ignacio Anuevas.

Hacienda: Martín Castillo y Cos.

Fomento: José Salazar Ilarregui.

Guerra: Juan de Dios Peza.







Junio 29.



Baile en el Teatro Nacional para solemnizar la intervención francesa. Dice Zamacois:



El baile dio principio con el rigodón llamado de honor, que ejecutaron el general en jefe Forey, con la señora Gargollo de Collado; el ministro de Francia señor Saligny, con la señora Leño de Martínez del Río; don Juan Nepomuceno Almonte con la señora Moya de Arroyo; el general don José Mariano Salas con la señora Espada de Bonilla; los generales Bazaine, Douay y Márquez, con la señora Corral de Tornel y señoritas Márquez y del Castillo; los señores prefectos político y municipal, con las señoras Franenfeld de Vergara y Zozaya de Moreno; y el señor Castillo y Lanzas, con la señora de Aguilar y Marocho (9).







Junio.



Libro muy notable intitulado El Sitio de Puebla escrito e impreso por el presbítero licenciado Tirso Rafael Córdoba, sobre el que dice el general Santibáñez:



Por más que la conducta baja y reprochable de Tirso Rafael Córdoba, haya querido opacar con aliento envenenado el claro brillo de nuestras glorias nacionales, nada ha conseguido más que atraer a su memoria el odio universal, el desprecio de propios y extraños: ¡A menguar las glorias de la Patria!, ¡desconocerle a ésta los títulos de valiente con que se conquistó el respeto de los pueblos libres! ... ¡denigrar al país en donde por desgracia dio su primer vagido, estaba reservado a un mentecato! No yo, que soy mexicano de nacimiento y más que de nacimiento de corazón; el conde Kératry hace justicia a nuestra causa, alaba nuestra conducta y ensalza nuestro valor. Cuando mis lectores quieran conocer al tipo perfecto de la deslealtad y de la ciega y torpe envidia, sostenida y alentada por pasiones innobles, lean unas cuantas líneas de un libro que bajo el título de: El Sitio de Puebla, escribió Tirso Rafael Córdoba, poniéndole en la portada de su obra el retrato de E. S. Mariscal Forey. (Puebla. Imprenta de la calle del Deán, núm. 9. 1863.) Ese mismo individuo asegura en su libro que el gobierno mexicano se distinguía por su inhumanidad para con los vencidos, y el más solemne mentís que puedo darle, es reproducir el voto de gracias que los franceses residentes en Puebla dieron a las fuerzas mexicanas por las consideraciones dignas de un pueblo civilizado, que se guardaron a los prisioneros y heridos (10).



Córdoba dijo en su libro, por ejemplo:



Día 4. Temerosos los jefes del ejército de Oriente de que un segundo empuje de los sitiadores los pusiera en posesión del referido convento (de San Agustín), circunstancias que les traería muy funestas consecuencias, determinaron sacar de allí todas las municiones, cuya operación ejecutaron en la noche del día anterior. En seguida pusieron en planta el infame proyecto, largo tiempo antes meditado, de reducir a cenizas aquel hermoso templo, haciendo creer al pueblo que una bomba francesa ocasionaba semejante catástrofe. En efecto, a poco más de las seis de la mañana, ardían los sagrados muros y por las ventanas de la cúpula y la ya destrozada torre, se veía salir una gruesa columna de humo. Sería imposible pintar el terror e indignación que se apoderaron de los habitantes de esta ciudad al contemplar aquel espectáculo, digno de los furores de la destructora demagogia. Sus corifeos aparentaban el más grande asombro y se mostraban airados porque los franceses aniquilaban nuestros templos. He aquí a los defensores de la religión, a los protectores de México, decían; mas el pueblo no atendía a esas hipócritas exclamaciones, porque el crimen de los juaristas era demasiado patente y aún andaban en boca de todos, los nombres de los autores de tan escandaloso atentado. A varios causará extrañeza mi lenguaje y muchos me llamarán calumniador; mas los que fueron testigos de los hechos dirán si mis palabras son del todo conformes a la verdad. Lo que sí ha de extrañarse es el empeño con que los juaristas trataban de aparecer inocentes, cuando ya habían dado muestras de su instinto devastador, arrasando las iglesias de San Sebastián, de Guadalupe y otras, para no hablar más de los edificios consagrados a Dios. La barreta de la Reforma había sido sustituida por las teas y las minas: he aquí la única diferencia; y si por la frecuencia con que manejaban la primera dio el pueblo su exacta calificación a los ingenieros del ejército de Oriente, también por los estragos de las segundas se granjearon los demagogos el nombre de incendiarios, que habrá de conservarles la historia. Entre tanto, las llamas seguían consumiendo el templo; a las nueve de la mañana los vecinos de las casas contiguas, temiendo los progresos del fuego, corrían despavoridos, y cuando el cuerpo de bomberos recibió orden de prestar sus auxilios, el incendio iba tocando a su término.



Sobre esto dice Santibáñez:



El proyecto de destruir el templo de San Agustín, si hubiera sido de los nuestros, tenía que haber sido reservado, y Córdoba no tenía acceso a las juntas de los defensores de la plaza. ¿Cómo pudo saber el historiador que el proyecto había sido largo tiempo madurado? ¿Cómo pudo conocer las disposiciones reservadas del cuartel general? ¡Inventando, mintiendo, calumniando! Sólo en aquel espíritu avieso pudo abrigarse semejante desatino. El sitiado evita toda clase de conmociones a las masas populares, porque la experiencia le ha enseñado que cuando el sufrimiento toca el punto doloroso de la llaga, la convulsión podría llegar a un período crítico que pusiera fin a la existencia amenazada; y el general Ortega no ignoraba, que el partido conservador explotaba en favor de su causa el fanatismo que en aquella época dominaba a nuestro pueblo. Si éste padecía con resignación los horrores de la guerra, era porque su creencia no se lastimaba con la defensa del territorio nacional, y el incendio del templo de San Agustín, llevado a cabo por nosotros, hubiera sido una medida impolítica en las graves circunstancias por que atravesaba la patria, hubiera sido renunciar a la ardiente cooperación de un pueblo que defendía el territorio donde sus templos depositaban entonces las cenizas de sus mayores y guardaban la tradición de sus creencias. Además, el incendio no tenía objeto. Pero Córdoba quiso aminorar el delito de lesa civilización cometido por el invasor, y pretendió arrojar sobre nosotros esa mancha, ante cuya injuria protestamos con energía. El mismo lo dice: A varios causará extrañeza mi lenguaje y muchos me llamarán calumniador ... ¡Miserable! es lo que os llaman los mexicanos, a quienes no pudisteis ocultar del todo la verdad, que os obligó a consignar en la página 66 de vuestro libro, la siguiente confesión: En vista de la inutilidad de las tentativas contra las manzanas fortificadas bajo un sistema tan desventajoso para los franceses, el general Forey determinó seguir otro plan de operaciones, y desde este día comenzó a discutirse en varias juntas de generales el modo más expedito para terminar la guerra sin graves pérdidas del ejército francomexicano. Hubiera sido más honroso confesar que el general Forey, en vista de la inutilidad de sus asaltos, resistidos con tanto valor por nuestras tropas, había resuelto tomar la plaza de Puebla rendida por hambre, ya que no podía tomarla rendida por el fuego (11).



Yo, permitiéndome echar mi cuarto a espadas y sacando un suspiro de lo más hondo del pecho, diré que desde que el mundo es mundo, en todos los sitios militares célebres se ha derrumbado, se ha demolido y se ha destruido a fuego y sangre y reducido a ruinas por aquí, por allí y por acullá, y ¡en todos ha habido Torres de Malakoff!







Julio 1°.



Restauración de la Orden de Guadalupe, creada por Iturbide y restaurada por Santa-Anna en tiempo de la Dictadura.







Julio 5.



Ocupación de Toluca por el general Berthier.







Julio 8.



Instalación de la Asamblea de Notables, la que nombró una comisión compuesta de Ignacio Aguilar y Marocho, Joaquín Velázquez de León, general Santiago Blanco (el antiguo ministro de Santa-Anna), Teófilo Marín y José María Cayetano Orozco (prebendado de la catedral de Guadalajara), para que presentase dictamen sobre la forma de gobierno que había de tener México (12)







Julio 8.



Fusilamiento del general Ignacio Buitrón en la Ciudadela de México, primer acto notable de las cortes marciales. Buitrón combatía ora en las filas conservadoras, ora en las constitucionalistas.







Julio 10.



Voto de la Asamblea de Notables por la monarquía. Almonte, Ormaechea, Salas y Lares, presidente de la Asamblea, se sentaron bajo dosel, y Forey y Saligny en asientos de distinción frente a los regentes, y se abrió la sesión a las doce del día. Comenzó por un breve discurso de Almonte, en el que nada dijo que previniera el voto de la Asamblea. Luego pronunció Lares otro breve discurso, en el que emitió este concepto muy significativo: Desde aquel funesto suceso (el fusilamiento de Iturbide), una serie de errores y desgracias formaban la historia de nuestras vicisitudes políticas. Siguió un largo discurso leído por Aguilar y Marocho, obra del mismo y firmada por los cinco de la comisión, en pro de la forma monárquica. La parte más notable de dicho dictamen, fue la siguiente:



La Comisión, pues, con toda la entereza que produce la fe santa del deber; con todo el valor que infunden las risueñas esperanzas con que se alimenta el más puro y desinteresado patriotismo, va por fin a pronunciar la palabra mágica, el nombre de la institución maravillosa que en su concepto encierra todo un porvenir indeficiente de gloria, honor y prosperidad para México. Esta palabra, esta institución es la Monarquía. (Grandes aplausos).



No hubo discusión, y la Asamblea votó por unanimidad las proposiciones siguientes:



1° La nación mexicana adopta por forma de gobierno la monarquía moderada, hereditaria (13), con un príncipe católico.

2° El soberano tomará el título de Emperador de México.

3° La corona imperial de México se ofrece a S. A. I. y R. (14) el príncipe Fernando Maximiliano, archiduque de Austria, para sí y sus descendientes.

4° En el caso de que por circunstancias imposibles de prever, el archiduque Fernando Maximiliano no llegase a tomar posesión del trono que se le ofrece, la nación mexicana se remite a la benevolencia de S. M. Napoleón III, emperador de los franceses, para que le indique otro príncipe católico (15).



La forma monárquica fue establecida por la Asamblea de Notables, la Asamblea de Notables fue establecida por la Junta de los 35, y estos 35 fueron nombrados por Saligny. Consecuencia: el Imperio fue establecido por Saligny. Hay otras charadas más difíciles.







Julio 22.



Protesta del Congreso de la Unión en San Luis Potosí:



La diputación permanente del soberano Congreso de los Estados Unidos Mexicanos faltaría al más eminente y sagrado de sus deberes, si guardase un criminal silencio a la vista de los torpes y escandalosos sucesos que acaban de verificarse en la capital de la República. Ultrajada la nación en todos sus derechos, burlados y escarnecidos los más sanos principios de la razón, de la moral y de la justicia, a la sombra de la efímera fuerza de algunos soldados extranjeros que no supieron vencer ni pudieron humillar a los heroicos republicanos que defendían los muros de la ciudad de Zaragoza; una facción de traidores y cobardes, mil veces vencidos en las luchas intestinas; de fanáticos crueles que, lejos del peligro, decretan la proscripción y la muerte de los más leales patriotas; una facción de egoístas miserables que todo lo posponen al interés del oro; de famélicos degradados que en la guerra civil han fluctuado como la escoria de todos los partidos, pretende ya despojar a la nación, y para siempre, de sus títulos más gloriosos, de su nombre grabado en la historia de su Independencia, ganada y afianzada con la sangre de sus mejores ciudadanos, de sus instituciones más queridas, de sus libertades más preciosas. Y esa facción pequeña de seres abyectos e imbéciles que hoy adula y sirve al poder extraño, y mañana será el objeto de su alto desdén y menosprecio, no se cansa de repetirnos con la insigne mala fe que siempre ha dictado sus palabras, que Luis Napoleón, generoso y benévolo, sin ulteriores miras, sin designios recónditos, sin intereses bastardos, ha hecho a sus soldados atravesar el océano, causando enormes gastos al Tesoro de Francia, sólo para cumplir una misión piadosa y humanitaria; sólo para darnos la paz, la libertad, los bienes todos que constituyen la felicidad de un pueblo, y dejarnos gozar tranquilos de esos grandes bienes sin mengua de nuestra honra, sin menoscabo de nuestra integridad, sin ofensa, ni aun leve, de nuestra existencia nacional. El general extranjero, asociándose también con fingida generosidad a las perfidias de la facción traidora, repite sus frases engañosas que, por incoherentes e inexplicables, no necesitaban ser desmentidas por la evidencia de los hechos. Declararse triunfador y victorioso el que ha ocupado, sin otra seria resistencia que la de Puebla de Zaragoza, dos o tres ciudades abandonadas por motivos accidentales en un país que tiene una inmensa extensión de territorio; pensar que una línea militar de Veracruz a México, incesantemente hostilizada por fuerzas nacionales y en la que el invasor no tiene sino el terreno que pisa, equivale a la conquista de ocho millones de habitantes, en su gran mayoría libres hasta la hora del dominio extranjero; enseñorearse de este país por sólo tales títulos y desde luego imponerles leyes y nombrarle funcionarios públicos; nombrar una junta de gobierno sin más representación que la voluntad del triunfador y ordenarle que elija otra junta de llamados notables, vecinos todos de una sola población, que tendrá el mandato de pronunciar, a manera de oráculo, cuál es la forma de gobierno que conviene a México; responder esta junta que el plan inverosímil y fantástico preconcebido y calculado en las Tullerías hace más de dos años, es igual, enteramente igual, al voto libre de la nación; y que por su libre y espontánea voluntad el pueblo mexicano quiere regirse por el sistema monárquico, llamando al efecto un príncipe extranjero, advenedizo, sin vínculos, sin antecedentes, sin conocimiento del país; todo esto y lo más que ha querido hacer la facción traidora en testimonio de la sumisión y ciega obediencia al más inicuo de los invasores, suplantando la verdad, mintiendo a la faz de la civilización moderna y queriendo colmar a la patria de baldón y oprobio, es un grosero tejido de absurdos que no están escritos en ninguna historia y que serían indignos de todo crédito, si no se vieran consignados en documentos irrefragables ... Ella inaugura ya una nueva era en esta lucha, que será más porfiada y más sangrienta que la que ha sostenido hasta hoy contra sus invasores. La diputación permanente, en nombre del Congreso de la Unión, y como fiel intérprete del sentimiento nacional tan enérgica y universalmente manifestado en la presente lucha, cree que satisface sus deberes más sagrados reproduciendo, como reproduce, todas las declaraciones y protestas hechas de antemano por el mismo Soberano Congreso, por el gobierno del país y las demás autoridades legítimas y leales, declaraciones que desconocen como nulos, como atentatorios a la Soberanía Mexicana, como insubsistentes y sin trascendencia alguna legítima, todos los actos verificados o que se verificaren bajo el poder o la influencia del invasor extranjero; asegura que en la órbita constitucional de sus atribuciones, siempre al lado del gobierno que se ha dado el país por su voluntad soberana manifestada conforme a sus instituciones, y entre tanto se verifica la próxima reunión de la Asamblea Nacional, cooperará con todo el esfuerzo que le inspiren los deberes de su patriotismo, a repeler la fuerza con la fuerza, a desconcertar las maquinaciones de la traición y de la conquista, y a mantener incólumes la Independencia, la soberanía, las leyes y la perfecta libertad de la República.



San Luis Potosí, julio 22 de 1863.



Francisco Zarco, presidente.

Joaquín M. Alcalde.

Ponciano Arriaga.

Bartolomé E. Almada.

Jesús Castañeda.

Pedro Contreras Elizalde.

José Díaz Covarrubias.

Francisco P. Gochicoa.

S. Lerdo de Tejada.

Genaro I. Leiva.

Ignacio Orozea.

G. Prieto.

Manuel Posada.

Félix Vega.

Ignacio Pamba, diputado secretario.

Simón de la Garza y Melo, diputado secretario (16).







Julio 30.



Forey recibió el despacho de Napoleón, por el que lo nombró mariscal por la ocupación de Puebla, el grado y título más alto en el ejército francés.







Agosto, principios.



Visita de los señores arzobispos Labastida y Munguía y del señor obispo Covarrubias a Maximiliano en Miramar, llamados por el archiduque.







Agosto 11.



Toma de Tampico por el coronel francés Hennique.







Agosto 18.



Se embarcó en Veracruz la Comisión que iba a Miramar a ofrecer la corona de México a Maximiliano.







Agosto 21.



Asesinato del zuavo francés Muler en las cercanías de la villa de Tlalpan, llamada también San Agustín de las Cuevas. No habiéndose sabido el autor del delito, Forey suprimió el Ayuntamiento de dicha villa, nombró prefecto político a un oficial francés, impuso a los vecinos de la misma y se hizo pagar la cantidad de 6,000 pesos por vía de multa, puso presos a bastantes vecinos que tuvo por sospechosos para que sirvieran de rehenes y en un comunicado que publicó el día 22 el periódico L' Estafette, dijo: Si los asesinatos continúan, los rehenes responderán de ellos con su cabeza. Si esto no bastare, la villa será destruida.







Agosto 21.



Habiendo sido denunciados a la regencia 8 republicanos de excitar odios contra la intervención francesa, fueron presos, condenados a expatriación y embarcados en Veracruz el 27 del mismo mes. Los principales fueron el general Miguel Auza, Manuel Payno, Agustín del Río (presidente del último ayuntamiento republicano) y Castillo Velasco.







Agosto 28.



Acción del Durazno, rancho en el municipio de Mascota, ganada por el coronel imperialista Remigio Tovar a Antonio Rojas. El combate duró 6 horas, y Rojas tuvo 29 muertos, entre ellos 3 oficiales y 43 heridos, entre ellos 11 oficiales.







Agosto, fines.



Segunda visita de Arrangoiz a Maximiliano. Dice Arrangoiz:



S. A. me manifestó que, por encargo del emperador Napoleón, me iba a dar comisión de ir inmediatamente a Londres a ver en qué sentido se manifestaba el gabinete inglés, y especialmente lord Palmerston, respecto de la cuestión mexicana.







Septiembre, principios.



Juárez envió a José Antonio de la Fuente como embajador a los Estados Unidos y formó su Ministerio de la manera siguiente:



Relaciones: Doblado.

Justicia, Instrucción Pública y Fomento: Sebastián Lerdo de Tejada.

Hacienda: José Higinio Núñez.

Guerra: Comonfort.







Septiembre 11.



Hallándose en completo desacuerdo acerca de algunos puntos de la administración pública Doblado y Zarco, presidente del Congreso e íntimo amigo de Juárez, con quien éste conferenciaba privadamente sobre todos sus negocios, Doblado, diciendo: No me agrada que nadie me bulla la mesa, pidió y exigió de Juárez que desterrara a Matamoros, a Zarco y a Zamacona; el presidente no accedió, y Doblado renunció la cartera, salió el mismo día de San Luis Potosí sin despedirse de Juárez y se fue a Guanajuato. Entonces el Presidente nombró a Lerdo de Tejada ministro de Relaciones y a Iglesias ministro de Justicia, Instrucción Pública y Fomento: Núñez y Comonfort permanecieron en sus empleos.







Septiembre 11.



Entrevista de Arrangoiz y Palmerston en Londres: dice el primero:



Me encargó S. A. que fuera a recibir instrucciones del señor Drouyn de Lhuys, y me dio una carta la archiduquesa para el rey Leopoldo, en que esta señora le rogaba que recibiera al enviado y le diera carta para Palmerston. Fui a París; el señor Drouyn de Lhuys me dio una de recomendación para lord Clarendon. El rey Leopoldo no quiso recibirme, ni darme más carta que una insignificante que me envió a la posada de Bruselas, para el ministro de Bélgica en Londres ... Quería aparecer indiferente en el asunto (del Imperio de Maximiliano) a los ojos del gobierno británico y de la reina Amalia, su suegra, cuya señora desde el principio llevó muy a mal que su nieto político aceptara una corona que, según creía S. M., le había sido ofrecida por Napoleón y no por mexicanos. Tuvo lugar el 11 de septiembre mi entrevista, que fue muy larga, con Palmerston ... No olvidó preguntar si habría libertad de cultos bajo el Imperio. Arrangoiz le contestó que no; Palmerston replicó que sin libertad de cultos no habría inmigración ni comercio; nada, en una palabra. Arrangoiz le contestó: Los súbditos de S. M. B. no van a rezar a México, sino, en general, a hacer fortuna en el menos tiempo que les es posible, lícitamente unos, otros saqueando al país con contrabandos y negocios escandalosos ... Terminó la conferencia, manifestando Palmerston, que su opinión particular era que el gobierno de S. M. B. reconociera a la regencia luego que lo hubiera sido por la mayoría del país. No prometió nada en resumen.







Septiembre 13.



Asesinato del joven coronel José María Montenegro, el hijo mayor del general J. Guadalupe Montenegro, comandante de la tropa que custodiaba una conducta de dinero de Guadalajara al Manzanillo, perpetrado al salir de la Barranca de Beltrán por parte de la tropa, que se pronunció contra el gobierno, robó parte del dinero y huyó (17).







Septiembre 30.



Tercera visita de Arrangoiz a Maximiliano en Miramar, llamado por éste.







Octubre 1°.



Llamado Forey por Napoleón, entregó a Bazaine el mando en jefe del ejército francés. Bazaine, juntamente con el despacho por el que en términos muy honoríficos fue nombrado por Napoleón general en jefe, recibió de Eduardo Drouyn de Lhuys, ministro de Negocios Extranjeros del mismo emperador, unas instrucciones sobre el modo con que había de gobernar en México, y una de ellas era la siguiente:



Hemos acogido con placer, considerándolo como un signo de feliz augurio, la manifestación de la Asamblea de Notables de México, en favor del establecimiento de la monarquía y el nombre del príncipe llamado al Imperio. Esto no obstante, según os he indicado en un despacho anterior, nosotros no podemos considerar el voto de la Asamblea de México, sino como un primer indicio de las disposiciones del país. Con toda la autoridad inherente a los hombres respetables que la componen, la Asamblea recomienda a sus conciudadanos la adopción de instituciones monárquicas y presenta un príncipe a sus sufragios; mas toca ahora al gobierno provisional recoger esos votos, de manera que no pueda quedar duda alguna sobre la expresión de la voluntad del país. No tengo que indicaros el medio que deba emplearse para que este resultado se obtenga por completo; es preciso buscarlo en las instituciones y en las costumbres locales. Bien que las municipalidades sean llamadas a pronunciarse en las distintas provincias, a medida que hayan reconquistado su libertad de acción (18) y que bajo su dirección se abran listas para recoger los votos (19), el mejor medio será aquel que asegura la más amplia manifestación de los votos de los pueblos en las mejores condiciones de independencia y sinceridad.







Octubre 1°.



Discurso compuesto en idioma azteca por Faustino Galicia Chimalpopoca, para excitar a todos los indios a abrazar la intervención francesa y el Imperio de Maximiliano, del cual discurso se imprimieron muchísimos ejemplares y se hicieron circular en los pueblos de indios.







Octubre 3.



La Comisión mexicana llegó a Miramar y ofreció a Maximiliano la corona de México. Esta Comisión se componía de 11 individuos, 10 vocales y un secretario, a saber:



Gutiérrez de Estrada, presidente.

José Manuel Hidalgo.

Aguilar y Marocho.

Francisco Javier Miranda.

Joaquín Velázquez de León.

Adrián Woll.

Tomás Murphy.

Antonio Escandón.

Antonio Suárez Peredo.

José Landa.

El secretario Angel Iglesias y Domínguez (20).



Ofrecieron la corona de México a Maximiliano por medio de un discurso pronunciado por Gutiérrez de Estrada, al que contestó el archiduque con otro discurso, en el que dijo que aceptaría la corona cuando le presentaran los votos de la generalidad del país. Dice Zamacois:



En cuanto Maximiliano terminó su discurso, pidió a Gutiérrez de Estrada que le presentase individualmente a todos los miembros de la Comisión, y a cada uno le dirigió palabras expresivas, dichas con la mayor afabilidad y dulzura (21).



Continúa Zamacois:



En seguida quiso presentarles a su esposa la archiduquesa Carlota, y al efecto la condujo de un salón inmediato ... la archiduquesa se acercó, como lo había hecho su esposo, a los individuos que formaban la Comisión, y a cada uno de ellos le dirigió la palabra en correcto castellano, hablándole según la carrera o profesión que tenía, tocándole los puntos que más pudieran halagarle. A don Joaquín Velázquez de León. ... le habló de los adelantos del Colegio de Minería; a don Ignacio Aguilar y Marocho, del dictamen (en pro de la monarquía que había dado en la Asamblea de Notables) y de los elogios que en su ausencia hicieron de él los señores arzobispos de México y Michoacán; a don Antonio Escandón, del camino de hierro que se estaba haciendo de Veracruz a la capital; al doctor don Francisco J. Miranda, de los varones ilustres que la Iglesia ha tenido en México; a don Angel Iglesias y Domínguez, de la esposa del corregidor de Querétaro ... y así a los demás; pero todo con un tacto, delicadeza y talento, que revelaban su vasta capacidad y que había leído detenidamente la Historia de don Lucas Alamán (22).







Octubre 4 en la noche.



Se despidió de Maximiliano la Comisión y partió para París, a excepción de Gutiérrez de Estrada, Hidalgo, Aguilar y Marocho y Escandón, que por disposición del archiduque permanecieron en el palacio de Miramar hasta el día 10 del mismo mes, en que marcharon a París. Todos esos días los sentaba a su mesa y pasaba con ellos largas horas preguntándoles y conferenciando sobre los negocios de México. Arrangoiz intervino en esas conferencias, y accediendo a los deseos del archiduque, permaneció en Miramar hasta noviembre.







Octubre 8.



La regencia derogó el decreto de Forey sobre el secuestro de los bienes raíces y muebles de los que se opusieron a la Intervención.







Octubre 11.



Entrada solemne de los señores Labastida, Munguía y Covarrubias en la capital de México. El primero volvía después de más de 7 años de destierro.



Con la llegada del arzobispo de Michoacán, cobró más vigor su escuela política, la que tuvo mucha influencia en los sucesos de la época de la Reforma y del Segundo Imperjo, y por esto me parece conveniente decir una palabra sobre ella en estos Anales. Como veremos más adelante en estos Anales, cuando el señor Munguía vio que la monarquía de Maximiliano había sido contraproducente, huyó a Roma, en donde pasó casi ciego los últimos años de su vida y murió. Cuando era joven, al concluir el estudio de la filosofía en el Seminario de Morelia en febrero de 1834, compuso y pronunció ante sus condiscípulos una arenga en que les dijo:



¡Condiscípulos ... yo distraigo un momento vuestra atención, para que voléis conmigo hacia el lejano porvenir! Cuando en años muy distantes, allá por ventura en remotos climas, agobiados con el peso de la edad, ocupados de las más serias ideas y pendientes sobre la profunda fosa que se traga las generaciones humanas, etc ... (23). Juremos no perseguirnos, no aborrecernos, no dividirnos jamás ... Permitid que, derramando mi corazón en vuestro seno fraternal, os exhorte, os conjure, por todo lo que tenéis de más querido, por todo lo que hay de más sagrado en el cielo y en la tierra, que identifiquéis vuestras almas con aquellos sentimientos (los prinoipios conservadores). Sea nuestra amistad tan firme como las columnas en que descansa el orbe; y los resultados de nuestro concierto en la sociedad, donde no tardaremos en presentarnos, tan admirables como la armonía de los cielos.



Con estas palabras manifestaba el jovencito los sentimientos dominantes que tuvo toda su vida, y conocieron todos los que lo trataron, a saber, la conciencia de su gran valer intelectual y la inclinación a dominar a cuantos lo rodeaban y a formar escuela. En efecto la formó, y tendría yo que alargarme demasiado si quisiera referir todos los empleados públicos en el orden eclesiástico y en el civil, oradores y periodistas que pertenecieron a la escuela del señor Munguía, desde sus condiscípulos don Pelagio Antonio de Labastida y don Ignacio Aguilar y Marocho, hasta el don Barbarito de Zamora y el licenciado don Rafael Gómez, que fue redactor en jefe de La Voz de México. Baste señalar las tres cualidades en que los escritores que formaban dicha escuela, se distinguían de los demás escritores públicos defensores de la misma causa:



1° Los que formaban la escuela del señor Munguía eran casi todos michoacanos, condiscípulos o discípulos del mismo señor, formados en el Seminario de Morelia y en su mayor parte abogados (24).

2° Los escritores de dicha escuela tenían cierto estilo filosófico-político-eclesiástico en el que abundaban estas frases desenvolver el pensamiento, el magnífico plan, el magnífico cuadro, abajo el triple aspecto, inscribirse en el catálogo, circunscribirse, la plenitud de la ciencia (o de la felicidad) el homenaje de la posteridad, y otras muchas semejantes: estilo en que se echaban de ver más las galas de la elocuencia (25), que la solidez en la instrucción y los argumentos.

3° En los escritos de los de la escuela del señor Munguía, se encuentran con frecuencia pensamientos y trozos de Bossuet, Chateaubriand, el conde de Maistre, el marqués de Valdegamas y otros apologistas de la religión católica y juntamente de la forma monárquica absoluta; pero muy pocas citas de la Biblia, y menos de los cánones de la Iglesia y de la doctrina de los Santos Padres (26).







Octubre 15.



Bazaine, por orden de Napoleón, presentó una solicitud a la regencia, de que expidiese una circular a todos los tribunales para que admitieran como válidos los pagarés procedentes de la nacionalización de bienes eclesiásticos, con la amenaza de que, de lo contrario, disolvería la regencia (27).







Octubre 18.



El señor Labastida tomó posesión de su cargo de regente.







Octubre 20.



Conferencia entre los regentes (a la que quiso asistir Bazaine) sobre la circular acerca de los pagarés. Palabras notables del regente Labastida:



En consecuencia de todo, yo considero estas medidas opuestas a la doctrina, los derechos y las libertades de la Iglesia Católica, y no puedo menos de resistirlas y protestar contra ellas ... Ellas importan que sólo se cambia de personal (28). Personas necesita en este suelo Francia, y después de lo hecho, ¿cuáles le quedarán? (29) ... Entonces hubieran podido ahorrarse al erario francés los millones invertidos en la guerra, a la nación francesa las vidas preciosas de sus ilustres hijos; a los mexicanos honrados los golpes sensibles que la facción despechada descargó sobre ellos; a los fieles el indeoible tormento de ver burladas sus esperanzas (30), y a los pastores la pena y el vilipendio de volver de su destierro, bajo la salvaguardia de este nuevo orden de cosas, a presenciar la legitimación del despojo de sus iglesias y la sanción de los principios revolucionarios.







Octubre 21.



Embarco de Forey en Veracruz.







Octubre 22.



Presentación de la Comisión mexicana a Napoleón III. Dice Zamacois:



El presidente de la Comisión don José María Gutiérrez de Estrada, le entregó en nombre de la regencia del Imperio, el voto de gracias de la Asamblea de Notables, depositado en una larga caja oblonga de plata maciza de la más delicada ejecución y adornada con cintas de los colores nacionales de México.







Octubre 23.



Almonte y Salas, sin citar al señor Labastida, expidieron la circular sobre pagarés, exigida por Bazaine. Dicha orden decía entre otras cosas:



El manifiesto dado por el General en Jefe (el de Forey de 12 de junio) servirá, como debe ser, de norma al gobierno de la nación, y conoce demasiado todo lo que debe a la magnitud del emperador Napoleón III, para que consienta en apartarse de sus intenciones. Proclama, pues, el manifiesto, que las ventas hechas conforme a la ley quedaran sancionadas, y únicamente sujetos a revisión los contratos fraudulentos.







Septiembre, octubre y noviembre.



Cuadro de las fuerzas republicanas en estos meses. Dice Zamacois:



Las fuerzas juaristas acantonadas en Maravatío, salieron de allí en número de 3,000 hombres, al mando del general Echeagaray, para ir a reunirse en San Juan del Río, con las que habían ido de Guanajuato, que ascendían a igual número. En diversos puntos se habían organizado tropas, y se pensaba en distribuirlas en 5 divisiones, mandadas, la primera por el general don Porfirio Díaz (en Oaxaca), hombre de valor y de orden; la segunda por don Manuel Doblado, más apto para las intrigas de gabinete que para la campaña; la tercera por don Jesús González Ortega, que hizo la heroica defensa de Puebla; la cuarta por el general don José López Draga, militar de valor y de vastos conocimientos; y la quinta o sea de reserva, por don Felipe Berriozábal, a quien el lector ha visto figurar en diversas ocasiones.







Noviembre, principios.



La comisión mexicana llegó a Roma y fue muy bien recibida por el Papa.







Noviembre, principios.



Pronunciamiento del general conservador español José María Cobos en Matamoros, proclamando el gobierno de Zuloaga contra el gobierno de Juárez y contra la intervención francesa.







Noviembre 7.



Fusilamiento de José María Cobos en Matamoros, por el general constitucionalista Juan Nepomuceno Cortina (31).







Noviembre 10.



Comunicación del regente Labastida a los otros dos regentes. Se ha dictado a nombre de la regencia una orden que la regencia no ha acordado, pues yo soy miembro de la regencia y no he concurrido ni sido citado a tal acuerdo ... Protesto de nulidad, en toda forma contra tal orden.







Noviembre 14.



Asesinato de Comonfort en el rancho del Molino de Soria, en el municipio de Chamacuero. A la sazón que Comonfort viajaba en carretela descubierta, acompañado de un sobrino suyo, de su ayudante Estanislao Cañedo (32) y del coronel José María Durán, con una escolta de 100 hombres, de San Miguel de Allende a Celaya, con dirección a Guanajuato, adonde iba a arreglar personalmente con Doblado algunos negocios pertenecientes al ministerio de la Guerra, el coronel imperialista Sebastián González Aguirre poniendo emboscada su gente, esperó el momento de atacarle. Al llegar pocos instantes después Comonfort al sitio referido, sus contrarios hicieron una descarga sobre él y su escolta, lanzándose sobre ésta sin darle tiempo a prepararse a la defensa. Comonfort quedó muerto en la primera descarga, y sus soldados, acometidos por mayor número de contrarios, se retiraron al pueblo de Chamacuero. (Zamacois). (33). Por muerte de Comonfort, Juárez nombró ministro de la guerra a González Ortega.







Noviembre 17.



Nota de Almonte y Salas al señor Labastida, en la que le comunicaron que había dejado de formar parte de la regencia y que el general Bazaine estaba de acuerdo.







Noviembre 17.



Contestación del señor Labastida a Almonte y Salas:



No puedo encontrarme en oposición con la regencia, cuando yo soy parte de ella ... No considero a VV. EE. ni al general Bazaine con derecho ninguno para destituirme del cargo de regente del Imperio, porque ni el general Bazaine ... ni dos individuos de la regencia pueden constituirla (conforme el decreto de 16 de junio anterior), ni declararse en ningún caso regencia, sin romper sus títulos de legalidad, y sin introducir por este hecho en la constitución del gobierno un cambio esencial, cosa que por ser atributo exclusivo de la nación, sólo puede verificarse por la Asamblea de los Notables.







Noviembre 17.



Ocupación de Querétaro por Mejía, y luego por Bazaine, Donay y Castagny.







Noviembre, mediados.



Todos los magistrados de la Suprema Corte de Justicia y todos los jueces de letras de la capital, se negaron a obedecer la circular sobre pagarés, por lo que todos fueron destituidos por Almonte y Salas a petición de Bazaine. Zamacois añade:



La conducta de don Juan Nepomuceno Almonte y don Mariano Salas, les enajenó las simpatías del partido conservador (34).







Noviembre, mediados.



Toma de Taxco por Porfirio Díaz, en donde hizo 271 prisioneros y se apoderó de bastantes municiones. En este mes de noviembre, Porfirio Díaz recorrió los Estados de Oaxaca, Guerrero, Puebla y México, y entró en los de Querétaro y Michoacán, derrotando a los imperialistas en muchos encuentros, de los que los más notables fueron la acción de Tejupilco y la toma de Taxco.







Noviembre 30.



Ocupación de Morelia por Márquez.







Diciembre 3.



Orden del ministro de Gobernación al prefecto de Guanajuato.



Secretaría de Estado y del Despacho de Gobernación.

Palacio Imperial.

México.

Diciembre 3 de 1863.



Excmo. señor:



Con esta fecha digo al señor prefecto político de Querétaro, lo que sigue:



Siendo muy interesante remitir a Europa por el próximo paquete francés, el mayor número de actas de adhesión al Imperio, me manda la regencia prevenir a V. S. que a precisa vuelta de correo o aprovechando el regreso del extraordinario que lleva esta comunicación, mande V. S. el acta de esa ciudad, por duplicado, y la de Cadereyta; en la inteligencia de que no debe esperar V. S. a recoger la firma de los vecinos, sino que bastará que vengan subscritas por las autoridades políticas, por los ayuntamientos que directamente representan a los pueblos, por los tribunales y jueces, y por todos los empleados del gobierno. Procurará V. S. remitir para antes del día ocho del corriente y también por duplicado, la de las demás poblaciones de ese Departamento, por insignificantes y pequeñas que sean, subscritas por sus autoridades locales, esto es, comisarios municipales, jueces conciliadores, etc., sea cual fuere la denominación que tengan. La regencia espera del celo, patriotismo y actividad de V. S., que dará el más puntual cumplimiento a esta orden, y que a vuelta de correo mandará, como queda dicho, a esta Secretaría las actas de Cadereyta y Querétaro, y las demás para el 8 del corriente mes. Y de orden de la regencia del Imperio, tengo la honra de insertarlo a V. E., para que a su vez dé cumplimiento a la prevención de remitir violentamente y por duplicado, las actas de las poblaciones de su mando.



El subsecretario de Estado y del Despacho de Gobernación.

José María González de la Vega (35).







Diciembre 4.



Ocupación de San Miguel de Allende, por Mejía y al día siguiente por Douay.







Diciembre 9.



Ocupación de Guanajuato, por Mejía y luego por Bazaine, Douay y Castagny (36).







Diciembre 14.



Mejía en Dolores Hidalgo. El general conservador imperialista Tomás Mejía, a su paso de Guanajuato para San Luis Potosí, se detuvo de propósito en Dolores Hidalgo para tributar un homenaje de respeto al Padre de la Independencia. En la casa de éste y delante de su ejército y de multitud de vecinos de la villa, pronunció una arenga en la que dijo:



El edificio en que nos encontramos reunidos en este instante y al cual hemos venido a tributar un homenaje de respeto, es un gran monumento de nuestra historia; es más todavía, es un templo nacional, en el que todos los mexicanos, sin distinción de clases ni colores políticos, deben apagar sus odios, para encender vivo e inextinguible el sentimiento de la gratitud. Hace cincuenta y cuatro años que estos muros fueron habitados por el primer caudillo de la Independencia mexicana, por el venerable sacerdote don Miguel Hidalgo y Costilla (37).







Diciembre 14.



Ocupación de León de los Aldamas por Douay.







Dicembre 16.



Ocupación de Lagos por Douay.







Diciembre 18.



Acción de Morelia ganada por el coronel francés Berthier y sus subalternos los generales Leonardo Márquez (que recibió una herida en el rostro), Carlos Oronoz (vive), José Ignacio Gutiérrez, Agustín Zires y Luis Tapia (38), el coronel Ramón Méndez (39), y el joven coronel de artillería Manuel Ramírez Arellano, que defendieron la plaza, a Draga y sus subalternos Berriozábal, Régules y O'Horan, que la atacaron, penetrando hasta la plaza principal.







Diciembre 20.



Salida de Juárez de San Luis Potosí, con sus ministros y otros empleados públicos, con dirección al Saltillo: se detuvo algunos días en Catorce.







Diciembre 25.



Ocupación de San Luis Potosí por Mejía.







Diciembre 26.



Protesta de los arzobispos de México y Michoacán y del obispo de Oaxaca contra la orden de Almonte y Salas, sobre la validez de las ventas de fincas eclesiásticas nacionalizadas, en la cual protesta dijeron: Por una desgracia que nunca lamentaremos bastante, hay diferencias circunstanciales que hacen todavía peor que entonces (en tiempo de Juárez), la situación de la Iglesia.







Diciembre 27.



Acción de San Luis Potosí, ganada por Mejía, que defendió la plaza, a Miguel Negrete y sus subalternos Francisco Alcalde y Luis Ghilardi, que la atacaron.







Diciembre, fines.



Llegada del marqués de Montholón, ministro de Napoleón en México y salida de Dubois de Saligny de la misma capital para París, adonde lo llamaba Napoleón.







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NOTAS



(1) Arrangoiz dice: En el curso de esta obra verá el lector qué método tenían los generales franceses de edificar y de dar libertad a ese pueblo, que le parecía inofensivo a Forey, aun después del 5 de Mayo de 1862 y del sitio de Puebla.



(2) Opinión de Mr. Masseras, uno de los jefes de la Intervención. En un libro que imprimió en Francia a su vuelta de México, intitulado: Ensayo de una Intervención Francesa en México, capítulo V, dice: Ese entusiasmo que el general Forey encontró a su llegada a México, era el que todos los jefes mexicanos vencedores encontraban a su entrada a la capital. ¡De cuántos entusiasmos semejantes al del 10 de junio habían sido testigos los habitantes de México, desde hacía cincuenta años que existía la lucha entre los diversos partidos!



(3) Dice Zamacois: Centenares de señoras y de caballeros con hachas de cera encendidas marchaban, y dando mayor realce a la solemnidad del acto, marchaban tras del palio el general Forey, don Juan Nepomuceno Almonte y el representante de Francia, señor Saligny.



(4) El testigo ocular de que hablo es el señor don Francisco Márquez Moreno, sobrino carnal del héroe de la patria don Pedro Moreno, que no está filiado en el partido liberal ni en el conservador y es estimado por todos por su probidad. Si yo hubiera llevado la custodia y tenido que pasar sobre nuestra bandera nacional, habría procurado andar únicamente sobre la parte roja de la bandera, para no hollar la Religión ni la Independencia.



(5) A la salida de Juárez de la capital, poquísimos radicales permanecieron en ella, pues los que no acompañaron al Gobierno a San Luis, emigraron a diversos Estados. El señor Sosa en sus Biografías de Mexicanos Distinguidos, dice:



Al emigrar el gobierno republicano en 1863, a consecuencia de la guerra con los franceses, RamÍrez (El Nigromante) salió para Sinaloa, su Estado predilecto. En el mismo año pasó al de Sonora, con el objeto de trabajar por la restauración. Allí fue en donde sostuvo una polémica con el gran tribuno español Emilio Castelar, en la que con un estilo chispeante y altamente satírico, demostró lo conveniente, lo justo de la emancipación de los pueblos hispanoamericanos de las tradicionales costumbres de la antigua metrópoli y de la servil imitación de lo europeo. Terminada la polémica, recibió RamÍrez un retrato de Castelar con la siguiente honrosa dedicatoria: A don Ignacio Ramírez, recuerdo de una polémica, en que la elocuencia y el talento estuvieron siempre de su parte.



El vencido, Emilio Castelar.



Expedida la inicua ley de 3 de octubre de 1864, Ramírez regresó a Sinaloa para consagrarse a la defensa de los que en ella quedasen comprendidos. Tan noble proceder fue castigado con el destierro, enviándole a San Francisco, California, y allí con entera libertad escribió contra la intervención francesa. Poco tiempo antes de la caída de Maximiliano volvió Ramírez a México, pero al punto se le condujo a San Juan de Ulúa y después a Yucatán.



(6) Los españoles residentes en la capital de México quisieron publicar dicho periódico y nombraron redactor en jefe a Niceto de Zamacois. Este publicó el prospecto, en el que dijo:



Nosotros, españoles también, y entusiastas por todo lo que pertenece a aquel país, que se levanta después de un sueño de más de medio siglo, con toda la robustez y lozanía de los tiempos de Isabel y de Fernando, con toda la fuerza y pujanza de los reinados de Carlos V y de Felipe II ... Nosotros, colocados a dos mil leguas de distancia, sin aspiraciones de mando, sin ambición de destinos, no seremos más que lo que debemos ser, lo que son todos nuestros compatriotas que se encuentran lejos del país en que rodaron sus cunas, españoles amantes de su reina y de su patria, españoles y sólo españoles ... La Iberia que conservó ... durante casi todo el siglo XVI, su supremacía en ambos hemisferios, bajo los primeros soberanos de la estirpe austriaca; que en el XVII se fue debilitando continuamente hasta el advenimiento de la Casa de Borbón; que en el XVIII estuvo oscurecida y olvidada, y que en el feliz reinado de Isabel II se ha levantado enérgica y vigorosa, etc.



En dicho prospecto se notaban algunos contrastes. Uno de ellos era entre la mención honorífica de Felipe II y el atraso de España durante dos siglos y medio: debilitada, en el siglo XVII, oscurecida y olvidada en el XVIII y dormida en el XIX, siendo así que todos los historiadores y críticos modernos, aun los españoles, como Lafuente y Ferrer del Río, atribuyen ese atraso al fanatismo, a la política e ideas de Felipe II.



Otro contraste era entre las ideas españolas y las ideas francesas. Los españoles, en su inmensa mayoría, aun en el siglo XIX, tienen las ideas de Felipe II; y los franceses tienen las ideas y principios de la Revolución francesa. Estas eran las ideas y principios de Saligny, de Forey, de Bazaine y de todos los jefes franceses, quienes creían que las ideas de Felipe II habían sido la causa del atraso, no solamente de España, sino también de México, y que en ese mismo año (1863), la causa radical del atraso del pueblo mexicano eran las ideas de Felipe II; y decían que ellos venían a combatir estas ideas.



En fin, esa frase de Zamacois: españoles y sólo españoles, expresa una verdad del tamaño de un templo. Si en los papeles públicos dicen algunas veces que los mexicanos son sus hermanos y si en la fiesta del 16 de Septiembre a veces iluminan sus casas y hacen otras manifestaciones de afecto a los mexicanos, todo es de dientes para fuera; cuando hablan entre personas de confianza y especialmente entre ellos mismos, echan pestes contra los mexicanos. Antiguamente, cuando tenían el palo y el mando, se portaron con los mexicanos como leones; y ahora se portan como la zorra, llamándose hermanos de los mexicanos para que éstos no los hostilicen y los dejen hacer sus grandes negocios agrícolas y mercantiles.



(7) Lo traté mucho y me hizo especiales favores, como el de prestarme buenos libros, y el de invitarme en varias cartas (de las que conservo una), con instancia, a entrar en la Compañía de Jesús. No sé qué cualidades vería en mí tocantes y pertenecientes a jesuitas; yo le contesté en mi última carta que nunca había tenido vocación a ser monje de ninguna orden. Pues bien, el doctor Basilio José Arrillaga, desde su niñez hasta su muerte, cerca de los 80 años, siempre fue Basilio, monarquista y españolado por los cuatro costados. Me decía que había conocido y se acordaba muy bien del barón de Humboldt (1803). Se ordenó de sacerdote en tiempo del gobierno español y entró a la Compañía de Jesús en el mismo tiempo (1816). Visité algunas veces al licenciado don José Basilio Arrillaga (por presentación que hizo de mí el señor licenciado Hilarión Romero Gil), hermano del jesuita, autor de una Colección de Leyes Mexicanas muy útil, y tan monarquista y españolado como su hermano. Estos dos señores, la madre del jesuita José Mariano Dávila y Arrillaga, la madre del general Mariano Paredes Arrillaga y otros, fueron hijos de don José Basilio Arrillaga, secretario del consulado español en México en tiempo de la revolución de Independencia y de una señora Valcárcel, y con decir secretario del consulado español, se dice todo, por no poder escribir más en una nota. Dicho secretario fue nieto de don Basilio Arrillaga y Ezeisa, miembro de la Mesa de Aranzazú en el primer tercio del siglo próximo pasado (Reseña Histórica del Colegio de San Ignacio, por Olavarría y Ferrari, apéndice, documento número 1); y decir miembro de la Mesa de Aranzazú y español vascongado, es decir lo mismo. La señora Valcárcel era hija del célebre oidor español don Domingo Valcárcel, de quien he hablado en varios de mis folletos. En fin, de las opiniones monarquistas, españoladas y exageradas del doctor Arrillaga, a lo menos una en materia muy grave, trataré en otro folleto, por no alargar más esta nota.



(8) El señor Castillo (mi maestro en la cátedra de Derecho Teórico-Práctico, durante tres años en la Universidad de Guadalajara), y el señor Sepúlveda (mi amigo), en su juventud fueron polares, apodo con que en Guadalajara, en Lagos y en todo el estado de Jalisco se designó durante muchos años a los liberales radicales, derivado del periódico La Estrella Polar, que por los años de 1823 y siguientes, redactaron dichos señores y otros jóvenes estudiantes de Guadalajara.



(9) Los periódicos liberales ridiculizaron este baile por varios capítulos, entre ellos el de la edad de las señoras y señores que bailaron.



(10) Reseña citada, tomo I, pág. 66.



(11) Obra y tomo cits., págs. 300 y siguientes. Córdoba era casado y viven algunos de sus hijos, murió su esposa y se ordenó de sacerdote; vivió algún tiempo en el arzobispado de México, otro en el arzobispado de Michoacán, otro en el obispado de Veracruz y otro en el de Puebla, donde murió hace pocos años. Escribió un compendio de Historia de México y otros folletos.



(12) Los más notables de la Asamblea eran los siguientes:



Fray Francisco de la Concepción Ramírez, obispo de Caladro.

Don Agustín Carpena, abad de la Colegiata de Guadalupe y poco después obispo.

Don Bernardo Gárate, Vicario Capitular del Arzobispado de México y obispo electo de Querétaro.

Manuel Moreno y Jove, deán de la Catedral de México.

José María Nieto, Arcediano de la Catedral de Guadalajara.

José Mariano Dávila, jesuita.

General Bruno Aguilar.

José Fernando Ramírez, nativo de Durango, abogado, liberal moderado y en mi humilde juicio superior en saber a todos los 214 de la Asamblea, a los regentes y a los 35 de la Junta Superior de Gobierno (no aceptó).

Manuel Orozco y Berra, gran historiador (no aceptó).

Urbano Fonseca, distinguido naturalista (no aceptó).

Juan Rodríguez de San Miguel, jurisconsulto, autor de obras muy útiles.

Pedro Escudero y Echánove, abogado yucateco de gran talento, liberal radical que había sido uno de los diputados que habían firmado la Constitución de 1857.

Los literatos Manuel Larrainzar y José María Roa Bárcena.

Los distinguidos abogados Luis G. Cuevas, Mariano Riva Palacio e Hilario Elguero.

Agustín Iturbide, nieto del emperador.

José Ramón Malo, sobrino del mismo emperador.

Juan Alamán, abogado, hijo de don Lucas, cuya capacidad intelectual distaba mucho de los talentos de su padre.

Faustino Galicia Chimalpopoca, abogado indio descendiente del tercer rey de México.

Mariano Galván Rivera, antiguo calendarista.



Aguilar y Marocho y Teodosio Lares habían sido ministros de Santa-Anna y los más de los individuos de la Junta de los 35 y de la Asamblea de Notables habían sido empleados públicos en tiempo de la dictadura. Zamacois, en su historia de México, tomo 18, capíÍulo 8, dice:



Santa-Anna fue el primero que trató, hallándose en el poder, de que la nación se constituyera en monarquía con auxilio de las potencias europeas. Hallándose de Presidente de la República Mexicana en 1853, dio instrucciones oficiales a don José María Gutiérrez de Estrada y particulares a don José Manuel Hidalgo, secretario de la legación mexicana en Madrid, para que con empeño solicitasen la intervención de Inglaterra, Francia y España a fin de establecer un gobierno con un príncipe español. El consejo para dar ese paso salió de don Lucas Alamán, al nombrarle Santa-Anna ministro de Negocios Extranjeros con la presencia del gabinete ... Habiendo fallecido don Lucas Alamán el 2 de junio de ese mismo año de 1853, cuando apenas llevaba dos meses de hallarse en el ministerio, el señor Bonilla (uno de los de la Junta de los 35), que entró a ocupar su lugar, envió de parte de Santa-Anna las instrucciones oficiales a don José María Gutiérrez de Estrada como he dicho para que entrase en arreglos con las potencias que se les designaban. El documento en que se le autorizaba a que obrase de la manera más conveniente para lograr el objeto deseado, decía así:



Antonio López de Santa-Anna, Benemérito, etc., y Presidente de la República Mexicana, a todos los que las presentes vieren, salud: autorizado por la nación mexicana para constituirla bajo la forma de gobierno que yo creyese más conveniente, para asegurar su integridad territorial y su Independencia nacional de la manera más ventajosa y estable según las plenísimas facultades de que me hallo investido y considerando que ningún gobierno puede ser más adecuado a la nación, que aquel al que por siglos ha estado habituada, y ha formado sus peculiares costumbres: por tanto, y para cumplir este fin, teniendo confianza en el patriotismo, ilustración y celo del señor don José María Gutiérrez de Estrada, le confiero por las presentes los plenos poderes necesarios, para que cerca de las cortes en Londres, París, Madrid y Viena, pueda entrar en arreglos y hacer los debidos ofrecimientos, para alcanzar de todos estos gobiernos, o de cualquiera de ellos, el establecimiento de una monarquía derivada de alguna de las casas dinásticas de estas potencias, bajo las calidades y condiciones que por instrucciones especiales se establecen. En fe de lo cual he hecho expedir las presentes, firmadas de mi mano, autorizadas con el sello de la nación y refrendadas por el ministro de Relaciones, todo bajo la conveniente reserva, en el Palacio Nacional de México, a primero de julio de mil ochocientos cincuenta y tres. A. L. de Santa-Anna.



Hasta aquí Zamacois. La frase todo bajo la conveniente reserva estaba revelando que Santa-Anna, Bonilla, Lares y los demás del complot, no tenían buena manderecha para la política, pues echaba a perder el negocio en las cortes de Londres, París, Madrid y Viena, como en efecto hizo fiasco.



(13) El heredero sería sin duda fray Tomás Gómez, porque Maximiliano y Carlota no tenían hijos.



(14) Con frecuencia se usará de esas iniciales que quieren decir Su Alteza Imperial y Real, significación que procurarán tener en la memoria los lectores poco habituados a este lenguaje.



(15) El discurso de Aguilar y Marocho fue en su mayor parte un tejido de reminiscencias encomiásticas de los tres siglos en que México fue colonia de España, pobres apreciaciones hijas de la preocupación y de la pasión de partido, del cual tejido se escapaban una que otra ráfaga de luz, hija legítima de una sobresaliente inteligencia: tal es, por ejemplo, este pensamiento filosófico: La organización que da vida al arador, está enlazada por los infinitos eslabones de una cadena invisible, con el curso imperturbable de los astros. Después de haberse ocupado los notables en varios incidenes, la sesión permanente terminó a las nueve de la noche en medio del profundo cansancio de aquellos hombres, que en lo general eran ancianos; pero cansancio que no impidió los vivas y otras prolongadas manifestaciones de regocijo por el triunfo de su causa, que creían definitivo y duradero para siempre; sin acordarse para nada de Juárez; ni de lo que pudieran hacer las guerrillas republicanas; ni de las cualidades que tuviese el futuro emperador, que era completamente desconocido para ellos y venía de un país tan diverso de México como era la Austria; ni de las probabilidades del término de la guerra de los Estados Unidos; ni de las probabilidades de que un hombre, aunque fuera emperador de los franceses, cambiara de voluntad, y terminara su protección y los franceses evacuaran a México.



En otros congresos mexicanos se habían tenido grandes discusiones, que habían durado largos meses sobre materias muy arduas; pero los viejitos de 1863, en un rato cambiaron la nación de República en Monarquía, dando por sentado y fuera de cuestión, el punto principal que motivaba aquel cambio, que era el que los bienes nacionalizados iban a volver a la Iglesia, sin discutir nada, ni decir algo sobre lo que acababa de expresar Forey poco antes de entrar a la capital; ni pensar en lo que sucedería después de tres meses, entre el regente Labastida y los demás regentes Almonte y Salas; si dando también por supuesto que aunque el jefe de la situación, el referido Almonte, siempre había sido muy chinaco, ya se le había quitado, y que Napoleón, Forey, Bazaine y todos los franceses en el siglo XIX eran muy religiosos, que rezaban el rosario, frecuentaban los sacramentos y ganaban el jubileo de Porciúncula, como Bernal Díaz y los demás soldados españoles del siglo XVI, y que por lo mismo no podían haber buscado ni encontrado mejores apoyos para que se le devolvieran a la Iglesia sus casas y fincas de campo, y se las sacaran a los millones de poseedores que ya las tenían por suyas, de los cuales muchísimos eran franceses.



En fin, según mi leal saber y entender y deseando juzgar con imparcialidad (cosa bien difícil en materias como la presente), me parece que conforme a las reglas de la crítica y filosofía de la historia, los 215 de la Asamblea de Notables y todos los que intervinieron en el Imperio desde Maximiliano hasta el último corchete de policía, se pueden dividir en tres clases. La primera fue de los que obraron de mala fe y por espíritu de partido: unos por venganza de las vejaciones anteriores, otros por la ambición de empleos públicos; otros por el grande gusto y deseo de tener en su pecho una crucecita de la Orden de Guadalupe y de ver aquellas insignias y ceremonias de la nobleza y grandezas monárquicas que les habían contado sus abuelos, y otros por la codicia de emolumentos pecuniarios o por otro interés individual.



La segunda fue la de algunos hombres sinceramente piadosos que obraron por motivos de religión y con una completa buena fe, dejándolo todo a Dios como las viudas. En aquella Asamblea había mucho de teología y mucho de la jurisprudencia del Digesto y de las Siete Partidas; pero poquísimo de la ciencia social, cuyas ramas principales son la historia, el derecho constitucional, la ciencia de la legislación, el derecho administrativo y la economía política; de aquella ciencia que enseña a conocer a los hombres en sociedad y el modo de gobernarlos en el siglo XIX; la ciencia social a que uno de nuestros poetas, que esparció diamantes en un muladar, alude en estos versos:



Porque la ciencia al niño vuelve hombre,

y la ignorancia al hombre vuelve niño.



PLAZA.



Por esto muchos de aquellos ancianos se volvieron niños, pues según refiere Zamacois, cuando vieron la monarquía votada por unanimidad lloraron de gozo, creyendo con una completa buena fe que con la forma monárquica iban a constituir a la nación mexicana con la misma facilidad con que un gallego creía que se. aprendía el idioma inglés, diciendo: Dicen que el inglés es muy difícil, es muy fácil. No hay más que saber esto, que ello mismo lo está diciendo: fli, flan, huevos duros; íngulis, mángulis, manteca de Flandes; y todo lo demás como en castellano. (Don Antonio de Valbuena, Fe de Erratas del Nuevo Diccionario de la Academia, párrafo 74).



La tercera fue la de otros hombres que no eran piadosos, pero sí de buena fe, que aburridos de tantas bofetadas y porrazos como había dado la revolución de Ayutla, ansiaban por un cambio de gobierno, fuera el que fuese. La revolución de Ayutla fue a modo de un crisol que fundió, descompuso y destruyó el partido liberal moderado: unos pocos liberales moderados se hicieron radicales y los demás se hicieron conservadores y después monarquistas, y estos liberales monarquistas en su mayoría pertenecieron a la tercera clase; máxime cuando a la aversión al radicalismo de Juárez, se agregó la seducción por las ideas liberales de Maximiliano, liberalismo que al principio se creyó moderado; y sobre todo, porque los liberales moderados siempre han sido colindantes y primos hermanos de los conservadores.



(16) Protesta publicada por Santibáñez, obra cit., tomo 2., págs. 17 y siguientes.



(17) José María Montenegro había hecho toda la campaña de Ayutla a las órdenes de Comonfort en clase de capitán. Por su bizarría en el sitio y toma de Puebla el 3 de diciembre de 1856, se le dio el grado de teniente coronel. Su valiente comportamiento en las dos campañas en la Sierra de Alica en 1861, le mereció el grado de coronel. Se halló en la acción de San Lorenzo a las órdenes de Comonfort el día 10 de mayo de 1863. Cuando fue asesinado tenía 27 años. (El País, periódico oficial de Guadalajara, núm. de 31 de octubre de 1867).



El teniente coronel Lauro Montenegro, hijo también del general J. Guadalupe, fue hecho prisionero y fusilado también en Techaluta por el jefe imperialista Luciano Hurtado, el día 14 de enero de 1865. En los años de 1859, 1860, 1861 y 1862, se halló en diversas acciones, entre ellas la de las Cumbres de Acultzingo y en la memorable del 5 de Mayo, en las clases de teniente y capitán, y por el valor con que se portó en dicha defensa de Puebla, se le concedió el grado de comandante de batallón. Se halló en la acción de Barrancaseca, en la que fue hecho prisionero y llevado a pie a Orizaba; estuvo algún tiempo en la cárcel de la misma ciudad. Logró fugarse de dicha cárcel y caminando a pie y con muchos trabajos llegó a Puebla, se presentó a González Ortega, se portó con bizarría perdiendo una pierna en el ataque del Carmen. Cuando se rindió la plaza, cayó prisionero; pero Forey, atendiendo a su juventud y a estar mutilado, le concedió la libertad. Se vino al sur de Jalisco, en donde Arteaga lo nombró. teniente coronel y lo nombró jefe de una guerrilla que operase en Sayula y sus alrededores. En esta última época fue cuando sucedió su aprehensión y fusilamiento a la edad de 20 años. (Periódico y número citados).



Diego, otro hijo del general J. Guadalupe, de edad de 16 años, en junio de 1866 salió de Guadalajara en compañía de su primo hermano Matías Montenegro, rumbo a Michoacán, adonde los dos iban a ponerse a las órdenes del general Régules para militar en defensa de la patria; y el día 21 del mismo mes, al pasar por Tecalitlán, fue asesinado, lo mismo que su primo, por el jefe imperialista José María Galindo. (Periódico y número citados).



Otro hijo notable del general J. Guadalupe, es el teniente coronel Ignacio L. Montenegro, que fue jefe político del cantón de Cocula, y después jefe político del de Zapotlán y de este cantón de Lagos.



(18) Luego que cada población fuera ocupada por las armas francesas.



(19) Que en cada población los votos se recogieran bajo la dirección de las autoridades imperialistas puestas en cada una, y que los paganos que iban a votar tuvieran mucho en cuenta, que una Asamblea compuesta de las personas más respetables, recomendaba encarecidamente la adopción de la monarquía y la elección de Maximiliano para emperador. Después de esto, la votación quedaba enteramente libre.



(20) Los siete comisionados que habían salido de México, fueron a París, en donde se reunieron con ellos Gutiérrez de Estrada, Hidalgo, Murphy y Escandón, que hacía bastante tiempo residían en dicha ciudad, y formalizada la Comisión, quiso presentarse luego a Napoleón, que a la sazón se hallaba en Biarritz; mas por disposición del mismo emperador fue primero a Miramar, en donde Arrangoiz se reunió con los de la Comisión.



(21) Los 11 de la Comisión eran políticos y conservadores.



No conocí a Gutiérrez de Estrada más que por su retrato y por los rasgos biográficos que constan en la Historia. En su semblante no se notaban como en el del señor obispo Carrillo y Ancona y en el de otros personajes yucatecos, las huellas claras de la nación maya, sino que su fisonomía era enteramente española. Gutiérrez de Estrada era un hombre de bien, que soñaba con Carlos V y Felipe II, Revillagigedo e Iturbide, y era muy afecto a las prácticas católicas, por lo que en Roma vivía en su elemento. Ya he dicho que era abogado y diplomático.



Hidalgo era también un perfecto criollo, y por sus ideas y sentimientos era un relicario viviente del virreinato español y del Imperio de Iturbide, en cuyas filas había militado su padre. Ya he dicho que su profesión era la de la diplomacia.



Aguilar y Marocho era criollo, pero su cutis trigueño (color de trigo), cabello lacio, barba escasa, perpetua sonrisa y dulzura de carácter, nada tenían de españoles, y un filósofo y observador echaba de ver luego que el elemento fisiológico dominante en aquella organización y el carácter del individuo era el indígena. Había sido ministro de Santa-Anna en tiempo de la Dictadura, y ya he dicho que era un abogado y periodista de gran talento y vasta instrucción.



El doctor Miranda (a quien conocí una sola vez que le visité en su casa de la calle de Jesús María número 3), era sacerdote y periodista; había sido ministro de Justicia de Miramón, y sus cualidades físicas y morales (cutis color de pimienta, cabello crespo, cabeza erguida, mirar arrogante y genio serio y audaz) mostraban al hombre de la raza negra.



Velázquez de León era subsecretario de Fomento y director del Colegio de Minería. Era hijo de Manuel Velázquez de León, secretario del virrey Iturrigaray, el cual era hijo del famoso geómetra Joaquín Velázquez Cárdenas y León; el cual era descendiente de Juan Velázquez de León, uno de los principales capitanes de Hernán Cortés, y dicho capitán era sobrino carnal de Diego Velázquez, gobernador de Cuba, y uno de los navegantes compañeros de Cristóbal Colón.



Woll era nativo de Francia, ciudadano mexicano y general de división. Eloin, en sus Apuntes Biográficos, citados anteriormente, dejó escrito lo siguiente:



El general Woll comenzó su carrera en España, en calidad de guerrillero, bajo las órdenes del famoso Mina. Siguió en 1817 a este general a México, pero no pasó más allá de Tampico donde se quedó en las casas de juego. Más tarde tomó parte en diversos pronunciamientos; se hizo una situación en el ejército y acabó por ser destituido en 1846 por Santa-Anna, porque se había negado a seguirle en la guerra contra los americanos. Había ganado cierta cantidad en el juego, y había aprovechado su situación de comandante general de Tampico para hacer sus negocios con la Aduana. Se embarcó con este dinero para la Francia donde se quedó hasta 1853, época en que Santa-Anna le volvió a nombrar en el mismo destino; lo que le permitió realizar todavía algunos pequeños provechos con los cuales se marchó una segunda vez para la Francia en 1855. En 1858 vino de nuevo a ofrecer sus servicios a la reacción y representó el mismo papel en Guadalajara hasta 1860, época en que se marchó de México por tercera vez. En fin, volvió por la cuarta en 1862, y fue designado el año siguiente para ir en calidad de notable a ofrecer la corona a Maximiliano.



Murphy era hijo de inglés y mexicana, banquero, y había sido ministro plenipotenciario de México en Europa.



Escandón era el director de la empresa del Ferrocarril de Veracruz y hermano de Manuel Escandón, de doña Dolores Escandón y otros; familia orizabeña y española de origen, a la que perteneció entre otros Escandones notables el canónigo de Valladolid (Morelia), Mariano Escandón, conde de Sierragorda y gobernador de la Mitra de Michoacán en 1810. Me parece que la familia Escandón puede presentarse como el espécimen y el espejo de las familias de la alta clase de México, de título, de grandes riquezas, conservadoras y católicas.



Suárez Peredo era conde del Valle, y éste y Landa eran muy ricos agricultores.



Iglesias y Domínguez era nieto de los corregidores de Querétaro en 1810, médico sobresaliente (introductor del oftalmoscopio en México en 1856: Sosa, Biografías de Mexicanos Distinguidos). Y viajero en Europa repetidas veces, en las que había contraído amistad con Gutiérrez de Estrada, Hidalgo y Almonte.



Maximiliano fue informado de las circunstancias más salientes de cada uno de los miembros de la Comisión.



La elección de los 11 individuos fue el parto feliz de algún genio (Quizá Aguilar y Marocho), pues la Comisión mexicana, formada y combinada con esmero, era una significación de todos los elementos y clases sociales de México: el sacerdocio, la milicia, la política, la diplomacia, el periodismo, el foro, la profesión médica, la agricultura, la minería, la industria, el comercio; las razas y aun los matices de nacionalidad (mexicano-indio, mexicano-negro, mexicano-español, mexicano-francés y mexicano-inglés), el culto, la moral (que no siempre anda de acuerdo con el culto), las letras, la antigua nobleza y la riqueza del país: ancho campo para responder a todas las preguntas e indagaciones que quisieran hacer Maximiliano y Carlota sobre todos esos ramos. La Comisión era hasta un recuerdo de todas las épocas históricas de la nación: el descubrimiento del Nuevo Mundo, la Conquista, el Gobierno Virreinal, la revolución de Independencia, el Imperio de Iturbide, la Dictadura de Santa-Anna y el Gobierno de Miramón.



Maximiliano dijo que el voto de la Comisión no era una manifestación nacional y que aun el voto de la Asamblea de Notables no era una manifestación nacional. Napoleón III, por medio de su ministro Drouyn de Lhuys, dijo a Bazaine, que el voto de la Asamblea de Notables era un primer indicio de las disposiciones del país; pero no era una manifestación nacional; que en cada población de la nación mexicana votaran libremente todos los habitantes sobre la forma de gobierno y sobre la candidatura de Maximiliano, y que la mayoría de votos, aunque no fuera la de condes y millonarios, sino de zapateros y jornaleros, sería una manifestación nacional.



En ningún historiador ni otro escritor público he visto las semblanzas y reflexiones anteriores, y si con ellas he extralimitado el oficio de analista, perdónenme los lectores, en gracia de que el monje Lucas Wading escribió sus Anales de la Orden de los Franciscanos en 8 volúmenes en folio, y los Anales Eclesiásticos del cardenal Baronio, continuados por Rainaldi y Laderchi, forman 42 volúmenes, y el mismo Tácito en sus Anales no escribió poco.



(22) Francisco de Paula de Arrangoiz, testigo ocular de las escenas que refiere Zamacois y que trató y conoció a Maximiliano en Europa más que ningún mexicano, en su Historia citada, tomo 2., pág. 146, dice:



Durante los acontecimientos de México que he referido, se dedicó el archiduque Maximiliano a captarse las voluntades de los mexicanos que estaban en Europa; llamó a varios a su palacio de Miramar, y con mucho empeño a los señores arzobispos de México y Michoacán y obispo de Oaxaca. A cada uno le hablaba según sus ideas: a los jefes de la Iglesia mexicana de religión, haciéndoles las promesas que más podían halagar a sus principios políticos y religiosos; a un particular muy piadoso le enseñaba un altarcito con la Virgen de Guadalupe, que tenía en su dormitorio; a otro muy afecto a España le hablaba de las glorias de esta nación y de las corridas de toros; buscaba lo que más podía lisonjear a cada uno personalmente.



Parece que el españolado era Hidalgo, y respecto del particular muy piadoso a quien le enseñaba Maximiliano el altarcito con la Virgen de Guadalupe, no se necesita ser adivino ni tener una memoria muy feliz, sino que basta tenerla mediana de lo que se ha dicho anteriormente en estos Anales, para conocer que era el pobre viejo Gutiérrez de Estrada. La Historia de la conquista de México y la de la revolución de Independencia, son las de unas sangrientas y sublimes tragedias, la Historia del Segundo Imperio es de una hermosa comedia. No lo digo yo sino fray TomáS Gómez, el monje franciscano español capellán de la emperatriz. Vivió muy cómodamente dos años en el palacio de México, y cuando vio que el Imperio estaba terminando en punta como las pirámides, el buen fraile a toda prisa se embarcó en Veracruz, y entonces cantó, refiriendo durante la navegación diversas escenas privadas de Maximiliano y Carlota (que referiré a su tiempo) que había presenciado y concluía sus revelaciones con este dilema: O el emperador y la emperatriz se volvieron locos en México o representaron una comedia en Miramar. (Zamacois, Historia de México, tomo 18, pág. 389). Mas atendiendo al modo con que terminó el Segundo Imperio, fue una tragicomedia.



(23) Uno de los discípulos del señor Munguía, perteneciente a su escuela, nativo de un pueblo del municipio de Zitácuaro y redactor de La Voz de México, le puso a esas palabras esta nota: El genio tiene algo de profético. Parece que el joven orador, en un arranque de entusiasmo, presintió el último término de su existencia mortal, (Monseñor Munguía y sus Escritos, por el licenciado Martínez, tomo I, pág. 169).



(24) El señor Munguía y el señor Labastida eran abogados, y el primero ejerció algunos años su profesión en los tribunales civiles antes de ser sacerdote.



(25) La cátedra de elocuencia, de que era profesor el señor Munguía, era la predilecta, aun sobre las de teología, en el Seminario de Morelia. En Monseñor Munguía y sus Escritos, puede verse la descripción de los brillantes actos públicos, en la misma cátedra, durante bastantes años, con asistencia del obispo de la diócesis y del gobernador del Estado, y yo asistí a dos de esos actos.



(26) El señor arzobispo Labastida tenía un gran talento, aunque inferior al del señor Munguía, y una instrucción sólida en el derecho canónico. Las obras del señor Munguía constan de 14 volúmenes en 4. Unas de ellas manifiestan su grande instrucción en las ciencias jurídicas; otras pruehan su grande instrucción en la elocuencia, su ciencia favorita, y su libro sobre el Juramento patentiza que era un sutil dialéctico y un abogado. Escribió ese libro después de algunos meses de hostilidades, y su primera frase no fue aquella muy dulce de fray Luis de León: Decíamos ayer, sino esta otra muy enérgica y que tenía una bella armonía imitativa: Rompo al fin mi silencio.



(27) Ya antes Napoleón, a petición de los adjudicatarios franceses, había manifestado a Forey que hiciera a la regencia la solicitud de dicha circular, con la amenaza de disolverla; pero ésta no fue una orden tan terminante como la que dio después a Bazaine. Forey había presentado dicha solicitud, el regente Ormaechea se había opuesto fuertemente: Almonte y Salas habían seguido su parecer, y a Forey no le había parecido conveniente insistir.



(28) Bazaine, Almonte y Salas en lugar de Juárez.



(29) En una comunicación a Almonte y Salas explicó este pensamiento, diciendo: tales medidas retraerían a su inmensa mayoría (de la nación mexicana: los conservadores), y no atraerían a los disidentes (los liberales).



(30) Aquí comenzaron los chascos por la falta de previsiones y de política.



(31) Cortina proyectó un pronunciamiento en Matamoros, no contra el gobierno de Juárez, sino contra el personal del gobierno del Estado y principalmente contra el gobernador y comandante general Manuel Ruiz, y para este efecto invitó a Cobos que a la sazón se hallaba en Brownsville; mas al ver que Cobos se había pronunciado por el gobierno de Zuloaga, lo aprehendió y fusiló, destituyó a Ruiz, colocó a Jesús Serna como gobernador del Estado y dio parte de todo a Juárez. Este le contestó reprobando su pronunciamiento y mandándole que repusiese a Ruiz en su empleo. Cortina no obedeció, Serna continuó fungiendo como gobernador de Tamaulipas, y Juárez, que ya estaba privado de los recursos de las aduanas de Veracruz, de Tampico y de otros puertos, quedó también privado de los recursos de Matamoros.



(32) Hijo del célebre diputado Juan de Dios Cañedo.



(33) Su cadáver fue sepultado en el cementerio de San Miguel de Allende. Después de la caída del Imperio, es decir, en febrero de 1868, los despojos mortales del autor del Plan de Ayutla fueron conducidos a la capital de México; se hicieron solemnes exequias en el salón del Congreso y fueron sepultados en el cementerio de San Fernando: concurrieron a dichas exequias, procesión de traslación y sepultura los ministros, todos los diputados y otros muchos empleados públicos, y Juárez presidió los tres actos. Yo vi la procesión: todos llevaban la cabeza cubierta, como se acostumbra en los Estados Unidos, a diferencia de lo que vi en algunas procesiones de entierro en París, en las que todos iban con la cabeza descubierta.



(34) Los miembros de la Suprema Corte eran a la sazón los abogados José Ignacio Pavón (presidente), Juan Rodríguez de San Miguel, Antonio Fernández Monjardin, Manuel Larrainzar, Manuel García Aguirre (que había dejado de ser prefecto político), Octaviano Muñoz Ledo e Ignacio Sepúlveda.



(35) Orden copiada por Santibáñez, obra cit, tomo 2., pág. 23.



(36) Y Juárez no se movía de San Luis.



(37) Durante los cuatro años del Imperio no cesó de celebrarse la fiesta del 16 de Septiembre en todas las ciudades, villas y pueblos de la nación mexicana.



(38) Gobernador interino de Jalisco en 1859.



(39) Indio tarasco muy valiente, nativo de Ario.