El asesinato tuvo lugar en el teatro Ford de Washington, apenas unos días después del fin de la Guerra de Secesión norteamericana. John Wilkes Booth disparó por la espalda contra el decimosexto presidente estadounidense, produciéndole unas graves heridas que provocaron su muerte unas horas después del atentado. Booth falleció unos días después abatido por los disparos del ejército, mientras que cuatro personas, de las ocho juzgadas, fueron ejecutadas en la horca.
Entre los cuatro ejecutados se encontraban David Herold y George Atzerodt. Ambos formaban parte de la conspiración y tenían como objetivo los asesinatos del Secretario de Estado Seward el primero, y del Vicepresidente Johnson el segundo. Herold hirió de gravedad a Seward mientras que Atzerodt, tras pasar varias horas en una taberna, desistió de llevar a cabo el atentado.

Tras el asesinato fueron detenidas decenas de personas

Tras el atentado del Teatro Ford contra Abraham Lincoln, el caos se adueñó de Washington y decenas de personas, aunque hubieran tenido el menor contacto con Booth o Herald, fueron detenidas y encarceladas. Entre estas personas se encontraba John T. Ford, el gerente del teatro Ford, y Junius B. Booth, hermano de John Booth y que en el momento del atentado tenía un contrato de actor en Cincinnati.
Finalmente, el número de sospechosos se limitó a ocho, quedando el resto de detenidos en libertad. Samuel Arnold, Samuel Mudd, Edmund Spangler, Michael O'Laughlen, Mary Surratt, Lewis Powell, David Herold y George Atzerodt fueron juzgados y condenados por un tribunal militar el 30 de junio de 1865. Surratt, Powell, Herold y Atzerodt fueron condenados a muerte y ejecutados en la horca el 7 de julio de ese mismo año.

La Iglesia Católica y el asesinato de Abraham Lincoln

En las elecciones presidenciales de 1864, Lincoln fue reelegido por segunda vez. La ceremonia de investidura del segundo mandato tuvo lugar el 4 de marzo de 1865. Sin embargo, a pesar de la reelección su impopularidad crecía a pasos de gigante y muchos comenzaron a criticar su doble lenguaje para someter al Sur, en el que lo menos importante era la emancipación de la población negra.
A finales de la Guerra de Secesión, en 1864, Abraham Lincoln redactó y publicó su famosa "Carta de Lincoln a la Nación", algunos de cuyos párrafos resultaron inquietantemente premonitorios. En una de sus frases afirmaba que "tengo el presentimiento que moriré a manos de un asesino", para más adelante decir "no es contra los americanos del Sur, solamente, contra los que estoy luchando, sino también contra el Papa de Roma y sus pérfidos jesuítas".
En 1886, Charles Chiniquy, un ex cura católico canadiense publicó su libro "Cincuenta años en la Iglesia de Roma", en el que se calificaba al asesinato de Lincoln como una gran conspiración católica. Según los datos aportados por Chiniquy, Booth tan sólo habría sido la herramienta utilizada por los Jesuítas para deshacerse de Lincoln, empujado por el presidente de la Confederación Jefferson Davis, quién habría ofrecido un millón de dólares al asesino de Lincoln.
Posteriormente fueron publicados varios libros que volvían a incidir en la responsabilidad de los Jesuítas en el asesinato de Lincoln. En 1897 se publicó "La responsabilidad de Roma en el asesinato de Abrahm Lincoln" y en 1924 apareció el libro "La Verdad rebelada". En 1963 el sacerdote franciscano Emmett McLoughlin publicó el libro "Una investigación en el asesinato de Abraham Lincoln", en el que tras recordar que el Papado había considerado a Lincoln como su mayor enemigo, confirmaba la existencia de una conspiración católica como inspiradora del asesinato.

Los Caballeros del Circulo Dorado

La Órden de Los Caballeros del Círculo Dorado fue fundada por George Bickley en 1845 y tenía su base de operaciones en Cincinnati, Ohio. La mayoría de sus miembros eran sureños, y en algunos estados del Norte adquirieron forma bajo la expresión del movimiento Coperhead. A medida que avanzó la Guerra de Secesión, la Órden se vió obligada a pasar a la clandestinidad, surgiendo la leyenda de que grandes cantidades de oro fueron enterradas en el Oeste para evitar que cayese en posesión del Norte.
A lo largo del juicio por el asesinato de Abraham Lincoln fueron surgiendo los nombres de importantes personalidades que estaban vinculadas de forma directa con la Órden de Los Caballeros del Círculo Dorado y con la trama de la conspiración. Como personas directamente involucradas se señaló a Lord Palmerston, Primer Ministro británico y francmasón de grado 33, a John W. Booth, francmasón de grado 33, y a Judah P. Benjamín, portavoz de los banqueros francmasones de Londres.
Tras el asesinato de Abraham Lincoln, Judah P. Benjamín destruyó todas las cartas y documentos que estaban en su poder y huyó a Inglaterra. Allí vivió el resto de su vida ejerciendo como abogado y estrechando aún más su vinculación con los banqueros francmasones. Tras su muerte, sus restos fueron enterrados en el cementerio de Père Lachaise, en París.